En Medellín las botellas de aguardiente ya no se botan, se convierte en arte
El reciclaje de botellas de licor está transformando vidas y cuidando el planeta en la ciudad
En Medellín, las botellas vacías de aguardiente están dejando de ser un residuo más para convertirse en un punto de partida hacia un futuro más justo, más limpio y más consciente.
Lo que antes terminaba en la basura, o peor aún, en manos indelicadas que adulteran licor poniendo en riesgo la vida de otros, hoy se está transformando en arte, educación y oportunidades para niños, niñas y jóvenes del Valle de Aburrá.
La iniciativa, de Commerk Antioquia y la Fundación Natalia Botero Escobar, impulsada desde el reciclaje de las botellas de Aguardiente Amarillo Manzanares, está demostrando que la economía circular no es solo un concepto técnico, sino una herramienta poderosa para prevenir delitos ambientales y sanitarios, al mismo tiempo que construye comunidad y protege la vida.
Bajo el nombre “Botella Segura: Recicla, Protege y Gana”, esta estrategia ha logrado articular recicladores, fundaciones sociales y más de 45 establecimientos de la ciudad en una cadena de acción que comienza con algo tan simple como no tirar una botella a la basura.
“Con esta alianza reafirmamos que el desarrollo sostenible no solo se trata de reciclaje, sino de generar bienestar integral. Cada botella recuperada se convierte en una oportunidad para proteger al consumidor, empoderar a un joven y construir un futuro más digno para todos”, señaló Mónica Franco, directora ejecutiva de la Fundación
Con más de 470 botellas recolectadas y certificadas hasta agosto, el impacto va mucho más allá de un conteo. Parte de los recursos derivados de esta gestión están financiando proyectos de formación con enfoque de género, desarrollo comunitario, tecnología y emprendimiento
Además, el arte se ha convertido en una herramienta clave dentro del proceso: talleres de creatividad, expresión emocional y habilidades digitales se ofrecen a niñas y niños en contextos donde estas oportunidades escasean.
Actualmente en Medellín, donde la lucha contra el licor adulterado es una prioridad, esta iniciativa no solo ofrece una solución ambiental, sino que también previene riesgos de salud pública y dignifica el trabajo de los recicladores, quienes han sido aliados fundamentales para hacer posible esta cadena de recuperación.
Pero más que un proyecto aislado, la estrategia está construyendo un modelo que podría escalar a otros municipios del departamento.
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