Con una inversión que supera los $800 millones, la Unidad para las Víctimas impulsa el retorno de familias a sus territorios
Escuelas renovadas, casetas vivas y caminos dignos son algunas de las intervenciones
En Antioquia, el retorno a casa de las víctimas de la violencia ya no es solo un acto de valentía, sino un reencuentro con la esperanza. Miles de familias que huyeron de la violencia y han regresado a sus veredas hoy encuentran escuelas pintadas, casetas comunitarias llenas de vida, canchas deportivas renovadas y hasta vías que antes eran trochas convertidas en placas huella que dignifican el paso.
Todo ha sido posible gracias a los Planes de Retorno y Reubicación de Desplazados, liderados por la Unidad para las Víctimas y las alcaldías, que este año han acompañado a 18 comunidades.
Las veredas Sabanitas y El Gavilán, en Montebello, recibieron nuevas dotaciones para sus escuelas y espacios culturales. Para líderes como Leidy Viviana Agudelo, volver después de tanto dolor ahora tiene otro rostro.
“Estas obras significan mejores condiciones educativas para nuestros niños y jóvenes. Hoy hay más tranquilidad después de momentos muy tristes y desconsoladores”, asegura.
En zonas como La Pava, en Alejandría, los campesinos recuperaron su caseta comunitaria. Allí regresaron los convites, los almuerzos colectivos y los encuentros que reconstruyen comunidad.
En Sonsón, una placa huella de 190 metros reemplazó un lodazal que aislaba a los habitantes de la vereda Norí. Ahora, más de 500 habitantes pueden transportar sus productos agrícolas sin quedar atrapados en el barro. Y en Santa Fe de Antioquia y Nechí, los grupos musicales y deportivos regresaron a sonar y moverse gracias a nuevos instrumentos, indumentaria y dotaciones.
San Vicente Ferrer también vivió un renacer con los nueve proyectos comunitarios que transformaron parques, escuelas, centros culturales y espacios de integración.
Para Maribel de la Valvanera López Zuluaga, directora de la Unidad para las Víctimas en Antioquia, este impulso es clave para que las familias no tengan que volver a irse:
“Con estas obras fortalecemos el arraigo y garantizamos condiciones dignas para que las comunidades permanezcan en sus territorios”.
Este año la inversión supera los 800 millones de pesos, sumados a la estrategia psicosocial “Tejiéndonos”, que acompaña emocionalmente a quienes reconstruyen su vida. Y esto no se detiene: en lo que queda de noviembre y diciembre llegarán nuevas dotaciones para juntas de acción comunal, centros educativos y restaurantes escolares en Sonsón, Dabeiba, Nechí, Cocorná, La Unión y San Roque.
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