Opinión

Opinión: S.O.S Aeropuerto José María Córdova

Por: Alejandro De Bedout Arango

Entre junio y julio de 2025, Migración Colombia reportó más de 381.000 movimientos migratorios en esta terminal, un aumento del 14% frente al año anterior. El día más crítico se registraron más de 14.000 personas en tránsito, muchas enfrentando filas de hasta seis horas, con funcionarios agotados, turistas indignados y connacionales humillados. Esta situación impacta de manera directa a Medellín, una ciudad que ha apostado por el turismo, los negocios y los eventos internacionales como motores estratégicos de desarrollo. Sin una entrada digna al país, toda esa apuesta corre el riesgo de desmoronarse.

¿Y qué hace el Gobierno Petro? Nada. Absolutamente nada. El Proyecto de Presupuesto General de la Nación 2026 es una radiografía de sus prioridades: apenas $271 mil millones para Migración Colombia, y de eso, más del 75% es para gastos de funcionamiento. Solo $17 mil millones para inversión real en tecnología, infraestructura o personal. Con ese presupuesto no hay política migratoria que funcione.

Los 10 funcionarios por turno que hay hacen milagros: largas jornadas, sueldos precarios y condiciones indignas. El 74% de los trámites siguen siendo manuales y el sistema Biomig, que debería ser la solución tecnológica, apenas cubre el 26% de los procesos. No hay suficientes equipos, ni personal, ni liderazgo. Y lo más grave: no hay voluntad política de resolver el problema.

Desde 2024, la Alcaldía de Medellín ha dirigido al menos tres comunicaciones formales a Migración Colombia, ofreciendo apoyo logístico, personal especializado y articulación operativa inmediata para mejorar la atención migratoria en el Aeropuerto José María Córdova. ¿La respuesta? Silencio, dilaciones y una negativa contra el desarrollo de Medellín y Antioquia.

Lejos de tomar con seriedad las advertencias y llamados, Migración Colombia ha optado por maquillar la crisis. En su comunicación oficial a la Alcaldía, aseguran estar trabajando con la ANI y AIRPLAN en un proyecto de ampliación y modernización del área de control migratorio, que supuestamente iniciaría en septiembre. Anuncian también la incorporación de 8 nuevos oficiales, para un total de 17 funcionarios por turno, más dos supervisores y un coordinador operativo.

Pero la realidad sobre el terreno contradice esos informes. Quienes transitan a diario por ese aeropuerto saben que esos funcionarios simplemente no están. Las filas interminables persisten, la frustración entre los usuarios va en aumento y el caos operativo continúa.

Todo esto ocurre justo cuando Medellín recibe miles de visitantes por eventos de talla internacional como Colombiamoda y la Feria de las Flores. Lo que debería ser una vitrina de país se ha convertido en una mala experiencia y todo un viacrucis para quienes nos visitan.

Pero el problema no es solo migratorio. La infraestructura del aeropuerto está rezagada. Desde 2016 se habla de la urgencia de una segunda pista y una nueva terminal. Hoy el José María Córdova opera por encima de su capacidad óptima. La Aeronáutica Civil ha realizado anuncios para este segundo semestre de 2025, pero hasta ahora no hay nada concreto. Solo promesas y cero ejecuciones.

En 2024, el aeropuerto movilizó más de 13 millones de pasajeros, un incremento del 13% con respecto a 2023, y para 2025 se espera una cifra aún mayor, especialmente si se tiene en cuenta que solo Medellín proyecta recibir alrededor de 2 millones de turistas nacionales e internacionales este año.

A esto se suma otro gran cuello de botella: la movilidad hacia el aeropuerto. El acceso vial al José María Córdova sigue dependiendo de vías que colapsan fácilmente en horas pico o ante cualquier contingencia. Los servicios de transporte autorizados tampoco dan abasto. A 2024, solo operaban 270 taxis autorizados y 27 buses habilitados para atender a millones de viajeros, lo que resulta claramente insuficiente frente al volumen diario de pasajeros.

Lo dijo Fico Gutiérrez sin rodeos: “Ni rajan ni prestan el hacha”. Y tenía razón. Esto es una muestra más del desgobierno y del odio estatal hacia esta tierra antioqueña pujante, que plantea soluciones y ayuda para seguir la senda del desarrollo, pero que no encuentra respuesta ni eco en el Gobierno Nacional.

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