La búsqueda de empleo es un campo minado. Tanto para los candidatos, que invierten horas de su vida en procesos interminables, como para las empresas, que batallan por atraer y retener a los mejores talentos. Sin embargo, hay un factor que, a pesar de su aparente sencillez, se ha convertido en una barrera insalvable: la falta de transparencia en la información salarial. Ocultar la remuneración en las ofertas de trabajo ya no es una estrategia de negociación, sino un claro factor de rechazo, especialmente para los profesionales más jóvenes.
Este fenómeno es particularmente evidente en las Generaciones Z y Millennial, quienes han crecido en un mundo hiperconectado donde la información es poder. Para ellos, la opacidad salarial no solo es frustrante, sino que se percibe como una “señal de alerta” sobre la falta de honestidad de una empresa. Un estudio de Zety confirma esta tendencia, revelando que el 83% de los candidatos prefiere conocer el salario de antemano. Y no es para menos, ¿quién quiere invertir tiempo y energía en un proceso de selección para descubrir al final que la oferta no se ajusta a sus expectativas?
Pero la desconfianza va más allá de un simple número. Para los jóvenes de hoy, la autenticidad y la claridad son valores innegociables. El hecho de que una empresa omite esta información sugiere que algo se está ocultando, lo que va en contra de la transparencia que tanto buscan. En un mercado laboral donde los salarios y beneficios son temas de conversación abiertos, la negativa de una compañía a publicarlos puede interpretarse como una falta de respeto o, incluso, como una táctica para pagar lo menos posible.
La resistencia de las empresas a revelar los salarios suele estar motivada por el temor a las comparaciones y posibles conflictos internos. Sin embargo, esta postura es un grave error estratégico. La rotación laboral, que ya es un problema importante en los trabajadores menores de 30 años (66, 2% según Federación Colombiana de Gestión Humana), se agudiza cuando no se atienden las expectativas de transparencia y bienestar. Al fin y al cabo, un empleado bien remunerado y valorado es menos propenso a buscar otras oportunidades.
El talento joven ya no busca únicamente la estabilidad y los beneficios económicos tradicionales. La nueva generación de profesionales prioriza el propósito, el bienestar y el desarrollo personal y profesional continuo. Demandan retroalimentación constante, estilos de liderazgo más cercanos y flexibilidad. Las empresas que ignoran estas necesidades no solo pierden la oportunidad de atraer a los mejores talentos, sino que también debilitan su marca empleadora en un entorno altamente competitivo.
La confusión en la información salarial, sumada a las nuevas expectativas de los jóvenes, contribuye a una nueva problemática conocida como “crisis de los 20”. A diferencia de la crisis de la mediana edad, los jóvenes de hoy experimentan una sensación de incertidumbre y de falta de realización en el inicio de sus carreras. La falta de claridad y propósito en el trabajo puede exacerbar esta crisis, afectando no solo su bienestar personal, sino también su desempeño y compromiso profesional.
En conclusión, ha llegado el momento de que las empresas cambien su enfoque. La transparencia salarial no es solo una cuestión de ética, sino una necesidad para atraer y retener al talento joven. Abrir el diálogo sobre la remuneración no solo genera confianza, sino que también fortalece la marca empleadores y demuestra que la compañía valora la equidad y el bienestar de sus empleados. Ignorar esta realidad es seguir nadando a contracorriente en un mercado laboral que exige honestidad y claridad en cada paso.
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